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.Laatravesé, salí a la plataforma, y, tras cruzarla, bajé por la interminable escalera de caracolque conduce hasta las entrañas de Kolvir.Caminando.Con luces que iluminaban elcamino cada cierto tiempo.La oscuridad más allá.Parecía como si el balance hubiera cambiado en algún lugar del camino, como si yo yano fuera el que manipulaba sino el que estaba siendo manipulado, obligado a moverme, aresponder.Me conducían, y cada movimiento llevaba a otro.¿Dónde había comenzadotodo? Tal vez esto era así desde hacía años, y sólo ahora empezaba a darme cuenta.Talvez todos éramos víctimas, de una manera y en un grado que nadie había podido medir.Yo quise ser rey -aún quería serlo en ese entonces- por encima de cualquier cosa.Sinembargo, cuanto más aprendía y cuanto más pensaba en lo que había aprendido, másparecía que mis movimientos conducían a Peón de Ámbar a Rey Cuatro.Me di cuentaentonces que llevaba sintiendo esto desde hacía un tiempo de modo creciente, y que nome gustaba nada.Me consolé a mí mismo pensando que nadie que hubiera vivido pudohacerlo sin cometer un error.Si la sensación que sentía representaba la realidad, miPavlov personal se estaba aproximando a mis colmillos con cada tañido de la campana, yestaba seguro de que faltaba poco para que se acercara lo suficiente, momento en el queme encargaría de que no se me escapara.Girando, girando, alrededor y hacia abajo, luz aquí, luz allí, estos eran mispensamientos, como un hilo en una madeja, enroscándose o desenroscándose, era difícilsaberlo con seguridad.Debajo mío, el sonido de metal contra la piedra.La funda de laespada, el guardia poniéndose en pie.Una onda de luz de una linterna que se alza. Lord Corwin. Jamie.Cogí una linterna de una estantería.Encendiéndola, di media vuelta y me dirigí hacia eltúnel, empujando la oscuridad delante mío, cada vez un paso.Finalmente en el túnel, y hacia arriba, fui contando los pasajes laterales.Era el séptimoel que quería.Ecos y sombras.Humedad y polvo.Entré en él.Giré allí.Estaba llegando.Hasta que estuve ante la gran puerta, oscura, laminada en metal.Giré la llave y empujécon fuerza.Crujió, resistió, y finalmente se abrió.Dejé la linterna en el suelo, dentro, a la derecha.No la necesitaba, ya que el Patrónmismo proporcionaba la suficiente luz para lo que tenía que hacer.Durante un momento observé el Patrón una masa brillante de líneas curvas queengañaban al ojo cuando intentaba seguirlas empotrado allí, enorme, en la oscuridaddel suelo.Me había dado poder sobre la Sombra, me había devuelto casi toda mimemoria.También me destruiría en un momento si cometía algún error.La gratitud quedespertó en mí no estaba exenta de miedo.Era una espléndida y críptica vieja reliquiafamiliar que se hallaba en el lugar adecuado, la bodega.Me acerqué hasta la esquina donde comenzaban las líneas.Allí preparé mi mente,relajé el cuerpo, y puse mi pie izquierdo sobre el Patrón.Sin detenerme, seguí andando ysentí comenzar la corriente.Chispas azules perfilaron mis botas.Otro paso.Esta vez seprodujo una crepitación audible y comenzó la resistencia.Tomé la primera curva,apresurándome, deseando llegar al Primer Velo lo más rápido posible.Cuando lo hice, micabello comenzó a erizarse y las chispas fueron más brillantes, permaneciendo mástiempo.Se incrementó la presión.Cada paso requería más esfuerzo que el anterior.Lacrepitación se hizo más fuerte y la corriente se intensificó.Mi pelo se erizó por completo yde mi cuerpo salían chispas.Mantuve los ojos en la línea ardiente y no dejé de empujar.Repentinamente la presión cedió.Trastabillé pero continué avanzando.Habíaatravesado el Primer Velo, y me alegré ante la sensación de logro que ello implicaba.Recordé la última vez que vine por este camino, en Rabma, la ciudad bajo el mar.Lamaniobra que acababa de completar fue lo que inició el regreso de mi memoria.Sí.Continué empujando hacia adelante, las chispas crecieron y las corriente se alzaron unavez más, haciendo que mi carne hormigueara.El Segundo Velo.Los ángulos.Siempre parecía exigir que tu fuerza llegara a suslímites, produciendo la sensación de que todo tu ser se transformaba en pura Voluntad.Era una sensación inagotable y compulsiva.En ese momento, concentrarme en atravesarel Patrón era lo único en el mundo que tenía algún significado para mí.Siempre habíaestado allí, esforzándome, nunca estuve lejos, siempre estaría allí, luchando, mi voluntadcontra el laberinto de poder.El tiempo había desaparecido.Sólo permanecía la visión.Las chispas me llegaban hasta la cintura.Entré en la Gran Curva y luché cada paso demi camino.Era continuamente destrozado, para renacer con cada movimiento, horneadopor los fuegos de la creación, enfriado por la helada entropía final.Fuera y hacia adelante, girando.Tres curvas más, una línea recta, un número de arcos [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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.Laatravesé, salí a la plataforma, y, tras cruzarla, bajé por la interminable escalera de caracolque conduce hasta las entrañas de Kolvir.Caminando.Con luces que iluminaban elcamino cada cierto tiempo.La oscuridad más allá.Parecía como si el balance hubiera cambiado en algún lugar del camino, como si yo yano fuera el que manipulaba sino el que estaba siendo manipulado, obligado a moverme, aresponder.Me conducían, y cada movimiento llevaba a otro.¿Dónde había comenzadotodo? Tal vez esto era así desde hacía años, y sólo ahora empezaba a darme cuenta.Talvez todos éramos víctimas, de una manera y en un grado que nadie había podido medir.Yo quise ser rey -aún quería serlo en ese entonces- por encima de cualquier cosa.Sinembargo, cuanto más aprendía y cuanto más pensaba en lo que había aprendido, másparecía que mis movimientos conducían a Peón de Ámbar a Rey Cuatro.Me di cuentaentonces que llevaba sintiendo esto desde hacía un tiempo de modo creciente, y que nome gustaba nada.Me consolé a mí mismo pensando que nadie que hubiera vivido pudohacerlo sin cometer un error.Si la sensación que sentía representaba la realidad, miPavlov personal se estaba aproximando a mis colmillos con cada tañido de la campana, yestaba seguro de que faltaba poco para que se acercara lo suficiente, momento en el queme encargaría de que no se me escapara.Girando, girando, alrededor y hacia abajo, luz aquí, luz allí, estos eran mispensamientos, como un hilo en una madeja, enroscándose o desenroscándose, era difícilsaberlo con seguridad.Debajo mío, el sonido de metal contra la piedra.La funda de laespada, el guardia poniéndose en pie.Una onda de luz de una linterna que se alza. Lord Corwin. Jamie.Cogí una linterna de una estantería.Encendiéndola, di media vuelta y me dirigí hacia eltúnel, empujando la oscuridad delante mío, cada vez un paso.Finalmente en el túnel, y hacia arriba, fui contando los pasajes laterales.Era el séptimoel que quería.Ecos y sombras.Humedad y polvo.Entré en él.Giré allí.Estaba llegando.Hasta que estuve ante la gran puerta, oscura, laminada en metal.Giré la llave y empujécon fuerza.Crujió, resistió, y finalmente se abrió.Dejé la linterna en el suelo, dentro, a la derecha.No la necesitaba, ya que el Patrónmismo proporcionaba la suficiente luz para lo que tenía que hacer.Durante un momento observé el Patrón una masa brillante de líneas curvas queengañaban al ojo cuando intentaba seguirlas empotrado allí, enorme, en la oscuridaddel suelo.Me había dado poder sobre la Sombra, me había devuelto casi toda mimemoria.También me destruiría en un momento si cometía algún error.La gratitud quedespertó en mí no estaba exenta de miedo.Era una espléndida y críptica vieja reliquiafamiliar que se hallaba en el lugar adecuado, la bodega.Me acerqué hasta la esquina donde comenzaban las líneas.Allí preparé mi mente,relajé el cuerpo, y puse mi pie izquierdo sobre el Patrón.Sin detenerme, seguí andando ysentí comenzar la corriente.Chispas azules perfilaron mis botas.Otro paso.Esta vez seprodujo una crepitación audible y comenzó la resistencia.Tomé la primera curva,apresurándome, deseando llegar al Primer Velo lo más rápido posible.Cuando lo hice, micabello comenzó a erizarse y las chispas fueron más brillantes, permaneciendo mástiempo.Se incrementó la presión.Cada paso requería más esfuerzo que el anterior.Lacrepitación se hizo más fuerte y la corriente se intensificó.Mi pelo se erizó por completo yde mi cuerpo salían chispas.Mantuve los ojos en la línea ardiente y no dejé de empujar.Repentinamente la presión cedió.Trastabillé pero continué avanzando.Habíaatravesado el Primer Velo, y me alegré ante la sensación de logro que ello implicaba.Recordé la última vez que vine por este camino, en Rabma, la ciudad bajo el mar.Lamaniobra que acababa de completar fue lo que inició el regreso de mi memoria.Sí.Continué empujando hacia adelante, las chispas crecieron y las corriente se alzaron unavez más, haciendo que mi carne hormigueara.El Segundo Velo.Los ángulos.Siempre parecía exigir que tu fuerza llegara a suslímites, produciendo la sensación de que todo tu ser se transformaba en pura Voluntad.Era una sensación inagotable y compulsiva.En ese momento, concentrarme en atravesarel Patrón era lo único en el mundo que tenía algún significado para mí.Siempre habíaestado allí, esforzándome, nunca estuve lejos, siempre estaría allí, luchando, mi voluntadcontra el laberinto de poder.El tiempo había desaparecido.Sólo permanecía la visión.Las chispas me llegaban hasta la cintura.Entré en la Gran Curva y luché cada paso demi camino.Era continuamente destrozado, para renacer con cada movimiento, horneadopor los fuegos de la creación, enfriado por la helada entropía final.Fuera y hacia adelante, girando.Tres curvas más, una línea recta, un número de arcos [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]