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.Una ciudad recortada contra un luminoso cielo de color rojo oscuro.Una ciudad que no podía estar allí.* * 03.02 * *Cuando Cassie despertó, se sintió como si emergiera de unas trincheras llenas de alquitrán caliente.Alguna región de su consciencia la empujó hacia arriba y, cuando abrió los ojos, solo vio extraños recuadros borrosos.—¿Cassie?La voz la ayudó a enfocar la vista.Los cuadrados se hicieron más nítidos y, por supuesto, solo eran las losetas de zinc y latón curiosamente repujadas del techo de su dormitorio.Yacía inerte sobre la cama.—Cassie, cariño, ¿qué te ha pasado?La voz, que en un primer momento sonaba envuelta en gorgoritos, era la de su padre.Se inclinó sobre ella, con la preocupación marcada en el rostro.Los fragmentos de recuerdo comenzaron a encajar entre sí.«Estaba arriba de las escaleras.»La habitación del óculo.La respiración se le atascó en el pecho.«Esa.ciudad.»Una ciudad que no existía.Una ciudad tan inmensa que parecía no tener fin.Al sur de Blackwell Hill, las tierras de labranza se extendían algo así como unos kilómetros, y después había un ascenso gradual de cinturones boscosos que daban paso a las montañas.Pero cuando había mirado por esa habitación.No vio las montañas Blue Ridge, ni las tierras de cultivo, ni los árboles.En lugar de eso, había contemplado un paisaje urbano que resplandecía como si estuviera construido sobre brasas.Había visto un ocaso sin estrellas, de un rabioso color escarlata.Había visto extraños rascacielos iluminados, con un halo de densas nubes de humo.«¿Qué era ESO?»—Te he encontrado arriba, en la habitación del óculo —le explicó su padre—.Te habías desmayado.—Ya.ya estoy bien —murmuró, mientras se incorporaba en la cama.—Probablemente deba avisar a un médico.—No, por favor.Estoy bien.—¿Qué estabas haciendo en esa habitación, cariño?¿Qué podía responder?—Me pareció oír algo.Nunca antes había estado ahí arriba, así que subí.—¿Creíste oír algo?—No lo sé, eso pensé.—Pues deberías haber bajado a avisarme.—Lo sé, pero no quería molestarte.Lo siento.Su padre se sentó en una silla de mimbre, junto a la cama.Parecía agotado, lo cual no era de extrañar ya que, obviamente, había sido él quien la había llevado escaleras abajo hasta su habitación.A Cassie no le gustaba mentir, pero ¿cómo iba a contarle la verdad? «Hay gente muerta viviendo en la casa, y afuera el cielo es rojo.Y he visto una ciudad donde NO HAY una ciudad».La internaría de inmediato para que la pusieran bajo observación.No, no podía decirle la verdad.Ni siquiera sabía cuál era la verdad.La expresión agarrotada de su padre delató lo que le costaba formular la siguiente pregunta:—Cariño, ¿has estado bebiendo de nuevo, o tomando drogas? Si lo has hecho, dímelo.Prometo que no me pondré hecho una furia, pero necesito saberlo.—No, papá, te lo juro.—No se enfadó por la pregunta, como hubiera sucedido en el pasado.«Después de mi ataque, ¿qué se va a pensar si no?»—.Es solo el calor, creo.Demasiado sol.Me he encontrado mal todo el día.Él le palmeó la mano.—¿Quieres que te traiga algo?—No, todo está bien.Solo quiero dormir.—Si mañana aún no te encuentras bien me lo dirás, ¿verdad?—Claro.—Y traeré aquí enseguida a tu antigua doctora.—Papá, está en D.C.Su padre se encogió de hombros.—Entonces fletaré un puto helicóptero y haré que vuele hasta aquí.Cassie logró sonreír.—Sé que lo harías.Estaré bien, solo necesito descansar.—De acuerdo.Llámame si necesitas algo.—Estaré bien —repitió ella—.Lamento ser como un grano en el culo.—Bueno, eres mi grano en el culo.No lo olvides.—No lo haré, Vuelve y disfruta de tu partido.Sé lo mucho que te gusta refunfuñar contra ese León Flanders o como se llame.El comentario lo hizo dispararse de inmediato.—¡Ese haragán no se esfuerza; maldito hijo de puta, no tiene ni idea de jugar! ¡Falló doce placajes en la primera mitad! —Salió de la habitación y se alejó por el pasillo, y sus protestas fueron desvaneciéndose en la distancia—.Dios mío, yo soy un viejo gordo y podría placar mejor que ese vago sin talento.«Bueno —pensó Cassie—.Al menos él ha vuelto a la normalidad.»Se frotó los ojos.«Pero, ¿y yo?»Se entretuvo dando vueltas por el cuarto, agotada pero pese a todo nerviosa e inquieta.Apagó las luces, se puso encima un camisón corto y, sin dilación, atravesó las puertas de cuarterones para salir a la terraza, rodeada por aguilones [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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