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.Mi relación con Darren me obliga a hablar por él.Desgraciadamente, no sé qué argumentar en su favor.Fueran cuales fueran las circunstancias, ha fallado esta prueba.–¡Larten! – chilló Kurda-.¡No sabes lo que dices!–Sí, lo sabe -suspiré-.Y tiene razón.– Hice a un lado a Harkat, me sostuve en pie yo solo y me encaré con Mika Ver Leth-.No creo que hubiera podido escapar -dije honestamente-.No quiero morir, pero tampoco deseo pedir ningún favor especial.Si es posible repetir el Rito, lo haré.Si no, no pienso quejarme.Un murmullo de aprobación recorrió la Cámara.Aquellos que se habían precipitado iracundos hacia la valla se calmaron y esperaron a que Mika tomara una decisión.–Hablas como un auténtico vampiro -me elogió el Príncipe-.No te culpo por lo que ha ocurrido.Ni culpo a tu amigo: no es uno de nosotros y no podemos esperar que actúe igual.No se tomarán medidas contra Harkat Mulds, eso estoy dispuesto a garantizarlo aquí y ahora, porque así lo he decidido.Algunos vampiros miraron ferozmente a Harkat, pero ninguno alzó la voz en su contra.–En cuanto a tu destino… -Mika vaciló-.Debo discutirlo con los otros Príncipes y con los Generales antes de dictar sentencia.No creo que podamos perdonarte la vida, pero puede que Kurda tenga razón: tal vez sea posible repetir el Rito.Que yo sepa, nunca se ha permitido, pero puede que exista alguna antigua ley a la que podamos recurrir.“Regresa a tu celda -dijo Mika-, mientras yo y los demás consultamos esto con nuestros colegas.Serás informado de nuestra decisión tan pronto como acordemos una.Mi consejo -añadió en un susurro- es que deberías encomendar tu alma a los dioses, porque me temo que pronto tendrás que rendirles cuentas.Asentí obedientemente ante Mika Ver Leth y mantuve la cabeza baja mientras él y los demás vampiros abandonaban la Cámara.–No te dejaré morir sin luchar -me prometió Kurda, pasando sigilosamente junto a mí-.Saldrás de esta, te lo aseguro.Tiene que haber una forma.Luego desapareció.Vanez Blane, Mr.Crepsley y los demás también se fueron, dejándonos a Harkat y a mí solos en el foso, con los jabalíes muertos.Harkat parecía avergonzado cuando me volví hacia él y le encaré.–No… pretendía… causarte problemas -dijo-.Actué… antes de… pensar.–No te preocupes por eso -le dije-.Probablemente yo hubiera hecho lo mismo de haber estado en tu lugar.Además, lo peor que pueden hacer es matarme… y habría muerto de todos modos si no me hubieras rescatado.–¿No estás… enfadado? – preguntó Harkat.–Claro que no -sonreí, y nos dirigimos a la salida.Lo que no le dije a Harkat es que habría preferido que me dejara morir.Al menos, con el jabalí mi muerte habría sido rápida y fácil de afrontar.Ahora me quedaba por delante una larga y torturante espera, a la que casi con toda seguridad seguiría el angustioso camino hacia la Cámara de la Muerte, donde sería izado sobre las estacas y sometido a un sucio, doloroso y humillante final.Habría sido mejor morir con nobleza y rapidez en el foso.CAPÍTULO 17Harkat y yo nos sentamos en nuestras hamacas y esperamos.Las celdas vecinas estaban desiertas, al igual que los túneles.La mayoría de los vampiros se había reunido en la Cámara de los Príncipes, o esperaban fuera el veredicto.Los vampiros amaban la intriga casi tanto como la lucha, y estaban ansiosos por escuchar la noticia de primera mano.–¿Cómo se te ocurrió venir en mi ayuda? – le pregunté a Harkat al cabo de un rato, para romper el angustioso silencio-.Podrías haber muerto intentando salvarme.–Para serte sincero… -respondió Harkat tímidamente-, lo hice más por mí… que por ti.Si tú morías, yo nunca… podría descubrir… quién… era.Me eché a reír.–Más vale que no les cuentes eso a los vampiros.La única razón por la que han sido indulgentes contigo es porque respetan el valor y el sacrificio.Si se enteran de que lo hiciste en tu beneficio, no hace falta que te diga lo que harán contigo.–¿No te… importa? – inquirió Harkat.–No -sonreí.–Si deciden… matarte, ¿dejarás… que lo hagan?–No podré impedírselo -respondí [ Pobierz całość w formacie PDF ]
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